Calefacción, acondicionadores y climatizadores

Cada día es más común contar con climatización en nuestros hogares. Así para calentar nuestras viviendas durante el invierno se gasta aproximadamente el 40% del total de energía consumida en el país. Esto representa unas elevadas emisiones de gases, responsables tanto del efecto invernadero como de la lluvia ácida. Emisiones que emanan directamente desde los edificios, en el caso de viviendas dotadas de calefacción por carbón o gasóleo (cada vez más escasas debido a los episodios de contaminación que generaban) o bien emitidas por las centrales térmicas encargadas de producir la electricidad a cientos de kilómetros más allá. Además, la electricidad necesaria puede provenir de centrales nucleares que producen residuos radiactivos o bien de centrales hidroeléctricas que requieren la construcción de presas.

Los acondicionadores y climatizadores antes sólo se instalaban en oficinas, tiendas y lugares públicos pero cada día está más extendida su utilización en las viviendas. Esto supone un incremento del consumo energético, lo cual conlleva a una mayor emisión de gases contaminantes, una mayor emisión de partículas radiactivas , etc.

El problema se agrava cuando por una falta de aislamiento adecuada se pierde parte del calor o frescor generado por estos aparatos.


¿Qué podemos hacer?

  • Cuando abandonemos una habitación bajemos el radiador al mínimo hasta que la volvamos a utilizar.
  • Cerremos las puertas y ventanas de la casa que estén abiertas, ya que por ahí se escapa mucho calor.
  • Regulemos adecuadamente la temperatura ya que cada grado más de temperatura supone un consumo extra de energía de alrededor el 6%. Esto será fácil si contamos con un termostato, en ausencia de termostatos siempre se podrá regular la potencia del aparato o bien apagar alguno de los radiadores de la casa.
  • Usemos de manera juiciosa las ventanas, persianas, toldos y cortinas para regular la entrada de calor a nuestros hogares.
  • Establezcamos sistemas de aislamiento en nuestros hogares si es posible, como dobles ventanas.
  • Optemos por la arquitectura bioclimática a la hora de exigir el diseño de nuestros hogares. Se basa en el diseño de edificios que eviten la pérdida de calor durante el invierno y la entrada de calor en el verano.

Iluminación

La energía para iluminarnos proviene de la combustión de centrales térmicas o de centrales nucleares, como en el caso de los climatizadores, donde gran parte del calor se desperdicia sin producir electricidad y, además, se generan contaminantes atmosféricos como el CO2 y el SO2 y residuos radiactivos. También se produce en centrales hidroeléctricas que requieren la formación de embalses con el consecuente impacto que genera.

La electricidad que se produce en los generadores es transportada a los hogares a través de tendidos eléctricos, de alta o baja tensión, que suponen en muchas ocasiones un gran impacto paisajístico y además provocan la muerte por electrificación de un gran número de aves.

¿Qué podemos hacer?

  • Aprovechemos siempre que sea posible la luz natural y estudiemos la iluminación de nuestras casas, pintemos las paredes con colores claros.
  • Ajustemos la iluminación a nuestras necesidades evitando el derroche.
  • Intentemos mantener siempre limpias las lámparas ya que se aprovechará mejor la luz que producen
  • Sustituyamos las bombillas convencionales por otras de bajo consumo, además de ahorrar energía, ahorraremos dinero.
  • Propongamos en nuestros ayuntamientos el soterramiento de las líneas eléctricas


Resto de electrodomésticos

Además de los electrodomésticos ya citados, el nuestros hogares hacemos uso de otro número importante de electrodomésticos que nos facilitan tareas o nos proporcionan entretenimiento. Estos electrodomésticos generan un consumo energético importante

¿Qué podemos hacer?

  • Procuremos utilizarlos solamente cuando sean imprescindibles
  • Evitemos dejarlos apagados a modo stand by ya que asi consumen energía
  • A la hora de comprar electrodomésticos tengamos en cuenta el etiquetado energético de los productos y adquiramos los más eficientes aunque supongan un mayor desembolso inicial, porque a largo plazo suponen un ahorro y además una menor contaminación futura.

En 1989, la Comisión europea, promulgó una Directiva que instauró un sistema de Etiquetas Energéticas para mejorar y aumentar la información de los consumidores a la hora de la compra en cuanto a la eficiencia energética de los electrodomésticos en el mercado. Este tipo de etiqueta se sirve de colores, flechas, letras del alfabeto y datos numéricos para comunicarnos la eficiencia relativa de los modelos.

La etiqueta base para todos los electrodomésticos es:

La que lleva la letra A, más pequeña y de color verde, indica el aparato más eficiente de su clase, y la que lleva la letra G, más larga y de color rojo, el menos eficiente.


La limpieza del hogar


La proliferación de productos de limpieza es tal, y su composición tan agresiva en algunos casos, que una agradable sensación de pureza en nuestro cuarto de baño se puede transformar en peces flotando en la superficie de un lago. El alto contenido en fosfatos de detergentes y otros productos puede generar la eutrofización de las aguas. Muchos de los productos que se emplean son bombas químicas no sólo para el medio ambiente sino para nuestra salud.


¿Qué podemos hacer?

  • Sustituyamos algunos de los productos de limpieza novedosos por cosas tan simples como el agua, el jabón y el estropajo, el vinagre, el bicarbonato o incluso el desatascador y las bayetas microfibras. Por ejemplo un excelente abrillantador se consigue mezclando zumo de limón con aceite de oliva.
  • Tengamos en cuenta el etiquetado de los productos a la hora de hacer la compra
  • Evitemos usar insecticidas, sobretodo en grandes cantidades ya que además de ocasionar daños en el medio ambiente pueden ocasionar daños en nuestra salud. Podemos por ejemplo sustituir los insecticidas por plantas de albahaca para repeler mosquitos.