La playa
El turismo de masa plantea numerosos problemas ambientales en los espacios litorales. La depuración de aguas y la eliminación de residuos son, quizá, los aspectos más acuciantes. El turismo suele multiplicar por diez la población estable de estas zonas en poco tiempo. Por otro lado, estas zonas generalmente carecen de la infraestructura de depuración necesaria para evitar el brusco incremento de la contaminación que crea la superpoblación, así como tampoco disponen de agua potable suficiente para abastecer a tanta gente, por lo que se puede generar la sobreexplotación de los acuíferos con la consecuente intrusión salina. Las construcciones en el litoral, especialmente de puertos deportivos y escolleras, ha modificado las corrientes marinas de tal modo que muchas playas sufren una importante pérdida de arena y tienen que ser mantenidas artificialmente. El uso de cremas solares y otros productos para la piel supone un importante foco de contaminación debido a las grasas que se dispersan por la superficie del mar y repercuten en la biología de los peces a través de las cadenas alimentarias. Lo mismo ocurre con los metales pesados que se expulsan a través de los emisarios submarinos repartidos por todo el litoral. La invasión de las playas supone además la destrucción de un ecosistema donde habitan especies especialmente adaptadas a ambientes marinos como el lirio de playa, la correhuela marina o el hinojo marino y donde nidifican aves como el chorlitejo patinegro o la gaviota de Audouin. ¿Qué podemos hacer?
Las comunidades autónomas y los ayuntamientos llevan años poniendo en marcha programas para evaluar la calidad ambiental de las playas, así como sus condiciones sanitarias. El programa comunitario Banderas Azules concede esta ecoetiqueta a aquellas playas que cumplen una serie mínima de condiciones de calidad. Las finalidades del Proyecto Bandera Azul son elevar el grado de conciencia ciudadana y la acción de las autoridades sobre la calidad del entorno de las playas y puertos de Europa y, en particular, de la calidad de las aguas de baño y proporcionar asimismo, a través de la concesión de las Banderas Azules de Europa, un símbolo europeo de reconocimiento y emulación a aquellas playas y puertos que alcanzan esos niveles de calidad ambiental y buscan un equilibrio entre el uso del recurso natural y el respeto del entorno.
En muchas ocasiones cuando salimos al campo a pasar el día al
aire libre pensamos que estamos en medio de un parque urbano y no tenemos
reparo en dejar allí nuestros desperdicios. Sin embargo las basuras
en la naturaleza no sólo ensucian y contaminan, también
rompen la belleza del paisaje. El entorno se degrada y se convierte en
un lugar sucio y desagradable. La descomposición de la materia
orgánica produce malos olores y se convierten en un foco de atracción
para determinados animales. Además pueden contaminar aguas si el
vertido se produce al lado de riachuelos o fuentes o bien mediante la
acción de esparcimiento de la lluvia, de modo que se ve alterada
la calidad del agua. El problema se incrementa por el hecho de que muchos de los materiales son difícilmente degradables, debido a que no existen microorganismos en el medio con capacidad biodegradadora de estos compuestos foráneos, de modo que permanecen durante muchos años inalterados. La práctica de ciertas actividades en el medio puede ser también dañina para el mismo si no se tienen en cuenta unos principios básicos. El motorismo de montaña, por ejemplo, genera la erosión del suelo y una gran emisión de ruido que afecta especialmente a las aves sobretodo en la época de nidificación y supone una pérdida de tranquilidad. Cuando no se respetan los caminos ya hechos provoca además un impacto sobre la vegetación y los ríos y riachuelos al desprender aceites y carburante. Otros deportes pueden afectar a las especies que habitan la zona si no se respeta el entorno. ¿Qué podemos hacer? Devolvamos las basuras a casa o depositémoslas en el contenedor más cercano, procurando que no se note nuestra presencia en la zona al abandonarla. Elijamos para nuestro ocio campestre actividades que no supongan daño
ni intromisión abusiva en el paisaje y en los seres que habitan. |