Explotación de aguas subterráneas

Los acuíferos, gracias al gran volumen de agua en ellos almacenada, constituyen una importante reserva en situaciones de emergencia teniendo por tanto un importante valor estratégico. Además casi una tercera parte de la población y el regadío español se abastecen de aguas subterráneas y ecosistemas emblemáticos como Doñana y las Tablas de Daimiel, se sustentan gracias al aporte de aguas subterráneas.

La explotación de las aguas subterráneas supone unas menores afecciones al medio ambiente ya que no precisan de obras de regulación (embalses, canales...), además tiene unos bajos costes en infraestructuras de transporte o conducción ya que la captación puede realizarse en distintos puntos del acuífero. Gracias al efecto de filtrado del terreno, las aguas subterráneas presentan habitualmente una calidad elevada, por lo que también se reducen costes en el tratamiento de la misma para el consumo.

Sin embargo cuando el ritmo de extracciones de los acuíferos es superior al de su recarga durante un periodo prolongado de tiempo, es decir, cuando se sobreexplota el acuífero, se presentan numerosos efectos desfavorables:

  • disminuye el caudal disponible en los pozos.
  • disminuye la calidad del agua, al entrar en contacto con niveles de peor calidad.
  • aumenta el coste de energía necesario para la extracción.
  • afecta a ecosistemas que se nutren del acuífero, ecosistemas que pueden tener un alto valor ambiental (ej. Tablas de Daimiel).
  • pueden producirse fenómenos de hundimiento ocasionado por el descenso de los niveles

Además la explotación de acuíferos provoca el descenso en los niveles de los ríos vinculados.