Debido a la gran capacidad de disolución del agua
y su elevada reactividad el agua natural contiene una gran cantidad de sustancias
disueltas, tanto gases como líquidos y sólidos. La composición
del agua natural depende de muchas variables, como por ejemplo el tipo de
agua (superficial, subterránea, atmosférica...), de su localización
geográfica, de la estación del año que se considere,
del tiempo de contacto con los materiales solutos, de la intervención
del hombre, etc.
En el momento de condensación de la lluvia, el agua ya adquiere un quimismo, debido a las disoluciones de aerosoles y gases. Al llegar a la superficie el agua de escorrentía actúa como agente erosivo y disolvente, de tal manera que va enriqueciéndose en sustancias en contacto con las rocas y el suelo. El agua que se infiltra y pasa a formar parte del agua subterránea permanece largo tiempo en contacto con el suelo y las rocas de modo que el contenido de elementos del agua es mayor. El destino final es el reservorio marino, cuya mineralización, consecuentemente es muy elevada. En el proceso de solubilización intervienen los siguientes factores: - Disolución. Por ejemplo, los gases atmosféricos o sales del suelo en contacto con las aguas de precipitación o de infiltración. En otras ocasiones, la solubilización se produce tras un ataque químico:
Una vez adquirida cierta composición química, mediante los fenómenos de disolución y ataque mencionados, esta composición química del agua cambia a lo largo de su recorrido como consecuencia de una serie de fenómenos que actúan muchas veces de forma concominante, éstos son:
El resultado es un agua con diversas sustancias inorgánicas y orgánicas:
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