Un poco de historia sobre el Cuaternario
Desde mediados del siglo XIX los hombres de ciencia empezaron a constatar que durante el periodo geológico más reciente habían ocurrido grandes transformaciones del paisaje debido a la expansión y contracción de las masas de hielo en las zonas montañosas de Europa. Louis Agassiz, un científico e ingeniero suizo, publicó en 1836 su obra “Etude sur las glaciers” en la que establecía que no únicamente las masas de hielo habían ocupado los valles alpinos hasta distancias considerablemente distantes de donde terminaban los glaciares actuales, sino que adelantándose a su tiempo propuso que gran parte de las zonas continentales de Europa y Norte América habían estado cubiertas por grandes masas de hielo hasta épocas geológicas muy recientes.
El término “Cuaternario” fue introducido estratigráficamente por J. Desnoyers en 1829 en base a criterios antropológicos y climáticos: a) La aparición del género Homo en África; y b) el comienzo de la deteriorización climática representada por la sucesión de diferentes periodos glaciares. Los periodos glaciares se ha comprobado que, en general, fueron sincrónicos a nivel global, pero no ocurre lo mismo con la aparición del género Homo que presenta una acusada asincronía en los diferentes continentes. De la misma forma, los relevos faunísticos y los cambios en los patrones de la sedimentación (marina y continental) también presentan evidentes asincronías y desfases a nivel global. La pérdida de fiabilidad de estos criterios tradicionales hizo que, a partir de la segunda mitad del Siglo XX, la comunidad científica internacional recopilara datos lo más objetivos posibles, que pudieran ser susceptibles de aplicación tanto a depósitos marinos como continentales para definir el “Límite Plio-Pleistoceno”. Por esta razón se consideró como criterio fundamental establecer la posición de tal límite estratigráfico dentro de la escala cronológica paleomagnética, que es de los pocos procesos geológicos que se pueden considerar sincrónicos a escala planetaria. Las inversiones de la polaridad magnética del campo magnético terrestre se dan de forma prácticamente instantánea en la escala temporal geológica (entre 2.000 y 8.000 años).
En base a lo anteriormente expuesto, durante el Simposio sobre el Límite Neógeno-Cuaternario celebrado en Bolonia (1975) se propone la Sección de Vrica (Calabria, Italia) como nuevo estratotipo del Límite Plio-Pleistoceno. Finalmente en el XIV Congreso Internacional de INQUA celebrado en Moscú (1984) se aprueba oficialmente la Sección de Vrica como estratotipo global (GSSP) del Límite Plio-Pleistoceno por la antigua INQUA Plio-Pleistocene Boundary Commission. Los detalles sobre las características, eventos y posición cronoestratigráfica exacta fueron publicados en la Revista Científica Episodes (Aguirre y Passini, 1985). En la citada publicación se resumen los eventos paleontológicos (extinciones y apariciones de especies) y la posición del límite en la escala paleomagnética, que queda fijada a techo del evento paleomagnético normal de Olduvai, perteneciente a la época inversa de Matuyama, situándolo cronológicamente en 1,64 M.a. BP. Posteriormente recalibrada en 1,810 M.a. BP actualmente, coincidiendo con el límite entre el Gelasiense y el Calabriense, que son los dos pisos que componen el Pleistoceno inferior , según la subdivisión estratigráfica del Cuaternario ratificada por la IUGS en Junio de 2009.
En la actualidad, las nuevas técnicas de análisis y dataciones isotópicas nos han abierto las puertas al estudio de las escalas temporales y espaciales que abarcaron los cambios climáticos cuaternarios, que permitieron la expansión de las zonas glaciares hasta tres veces más de su extensión actual, causando la repetida glaciación y deglaciación de vastas zonas continentales. Con estas variaciones climáticas se produjeron importantes cambios paleogegráficos, debido a las resultantes subidas (interglaciar) y bajadas (glaciar) del nivel del mar, así como a importantes fenómenos de extinción, migración y evolución específica de las faunas cuaternarias en su proceso de adaptación a las cambiantes condiciones climáticas. Los registros actuales se encuentran fuertemente apoyados en las denominadas escalas isotópicas extraídas del análisis geoquímico e isotópico de sondeos marinos profundos y sondeos en hielo en los casquetes polares.
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