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Los
humedales del Alto Lerma
La cuenca alta del
Lerma que se origina en las faldas del Nevado de Toluca y se extiende hacia
el norte, al valle del mismo nombre, creado por una obstrucción
volcánica del drenaje, formando cuerpos de agua lacunares y humedales,
que en su conjunto se denominan actualmente: Ciénega de Lerma
y que comprenden los municipios de Lerma, Ocoyoacac, Capulhuac, Atizapan,
Almoloya del Río, Tianguistenco, Texcalyacac, Rayón, San
Antonio la Isla, Calimaya, Chapultepec, Mexicalcingo, San Mateo Atenco
y Toluca. En tiempos anteriores los otomianos conocían a esta región
como el Mexphi y los nahuas como Matlatzinco.
Estas ciénagas
escritas localmnte ciénegas se han reducido en tamaño
gradualmente, en parte por evolución hidrológica natural,
pero sobre todo debido a la acción humana.
Debido a esto último,
la gran laguna histórica se separó en tres cuerpos de agua
diferentes conocidos bajo el nombre de ciénagas de Chiconahuapan,
de Chimaliapan y de Chignahuapan. Los tres humedales se hallan ubicados
en la porción sur de la cuenca del Alto Lerma, al poniente de la
Sierra de las Cruces y la Sierra de Monte Alto- Actualmente se extienden
por unas 1,425 Ha, desde San Pedro Techuchulco en el extremo sur (Lat N
19 06’ 29” y Long W 99 30’ 53”), hasta Santa María Atarasquillo,
en el norte (Lat N 19 21’ 48” y Long W 99 30’ 13”).
El crecimiento de la
ciudad de México llevó a que se implementara un sistema de
extracción de agua del acuífero del Valle de Toluca para
el abastecimiento del Valle de México. Existen numerosos pozos
que han bombeado grandes volúmenes de agua (alrededor de 5 m3 por
segundo) por varias décadas.
A la extracción
de agua para abastecer al Valle de México, se agrega el uso de aguas
subterráneas para satisfacer las necesidades crecientes del
propio Valle de Toluca, en particular, a la misma ciudad de Toluca, cuyo
consumo ha venido aumentando en forma acelerada.
Como consecuencia de
la sobreexplotación del acuífero por encima de los volúmenes
de racarga, el nivel piezométrico ha descendido considerablemente.
Esto favoreció la infiltración de aguas superficiales y dando
lugar a un desecamiento de las zonas antiguamente inundadas.
A ello se agregó
un drenaje artificial para “abrir” tierras para la agricultura. Cuando
las tierras se inundan en la estación de las lluvias, empieza a
funcionar un amplio sistema de bombeo que evacúan el agua para proteger
los plantíos. El resultado de todo ello ha sido una reducción
consciente del área ocupada por los humedales y lagunas.
Las aguas residuales
generadas por las poblaciones también han aumentado debido al crecimiento
urbano. Una parte de esta agua reciben tratamiento limitado, el resto se
vierten crudas en los canales y cuerpos de agua superficiales.
Debido a este vertido
inapropiado las lagunas y humedales sobrevivientes están altamente
contaminados y hay riesgo de contaminación de la propia napa acuífera
que sirve de fuente para el consumo humano.
Gran parte de la flora
y fauna lacustre autóctona ha desaparecido, y la que resta está
seriamente amenazada.
Al verse afectados
los ecosistemas, se han visto afectadas también las actividades
humanas relacionadas con los mismos.
La pesca y recolección
de peces e invertebrados, la utilización de las plantas típicas
de la ciénaga, el pastoreo de animales, la caza tradicional de aves,
el cultivo en chinampas, son todas actividades que han desaparecido o están
en vías de hacerlo.
Aspectos geológicos
El sustrato de base
de la región mexiquense está formado por formaciones marinas
del cretácico. Se trata de las calizas de la formación Morelos,
que ha sido recubierta por los flysch de la formación Mezcala y
las molasas oligocenas de la formación Balsas (conglomerados, lavas
y yesos).
Por encima de estos
complejos y durante el oligoceno en forma parcialmente contemporánea
con los depósitos molásicos, se depositaron vulcanitas que
afloran sólo localmente y que se apoyaron sobre las anteriores.
Las rocas miocénicas
están compuestas por un grueso paquete de lavas, rocas clásticas,
piroclásticas y lacustres. Estos elementos volcánicos afloran
en varias localidades del valle. En el Plioceno se desarrollaron nuevas
elevaciones volcánicas, incluyendo volcanes estratificados y domos.
Ya sobre el límite
del Plioceno- Pleistoceno se depositaron varias formaciones sedimentario-
volcánicas, que incluye la formación Tarango, entre otras.
Están compuestas por tobas, flujos piroclásticos, lahares,
depósticos fluviales, capas de piedra pómez y paleosuelos.
Las condiciones de
orogénesis volcánica sucesivas dificultaron el desarrollo
de una red hidrográfica jerarquizada obstruyendo el drenaje hacia
el sur. Si bien hacia el norte, se generó un emisario fluvial (el
río Lerma), de todos modos se formaron varios cuerpos lacunares
que han evolucionado geológica y ecológicamente durante todo
el cuaternario.
Durante este período
geológico continuaron los episodios volcánicos con efusiones
de basaltos y andesitas, cuya interestratificación con los sedimentos
lacustres ocurrió en varias oportunidades y lugares.
Originalmente la región
lacustre estaba formada por un solo lago de gran tamaño, pero a
medida que se rellenó con sedimentos aportados de las cadenas vecinas
y elementos volcánicos (p.ej. cenizas, escorias, lavas) se fue fragmentándo
en cuerpos menores.
El proceso de relleno
y desecación natural fue acelerado por la acción humana (la
construcción de chinampas en tiempos pre-coloniales y más
tarde la desecación y el bombeo voluntario y planificado.
Los lagos actuales representan sólo una pequeña fracción
de la superficie original.
Aspectos biológicos
Hasta hace cinco décadas
las ciénagas albergaban alrededor de 150 especies de aves, 25 especies
de mamíferos, 15 de peces, 8 de anfibios, así como reptiles
e insectos. Lo anterior reflejaba la gran diversidad de hábitats
y microhábitats, incluyendo las comunidades de plantas acuáticas
y terrestres de la región lacustre. Para cada uno de los grupos
de fauna y flora, existían especies endémicas con características
biológicas propias, y ocupando nichos específicos en el complejo
ecosistema lacustre. Los vertebrados acuáticos son tan particulares
que la cuenca se ha considerado como una subregión aparte
. La zona es un santuario de aves migratorias. Esta es una de las pocas
regiones lacustres ubicadas a mas de 2,500 m.s.n.m. y a una latitud lo
suficientemente alejada de los fríos inviernos del Canadá,
como para permitir el arribo y la permanencia de patos y otros entre los
meses de septiembre y marzo. A pesar del alto grado de contaminación
de los afluentes que se conectan a las ciénagas por descargas industriales
y urbanas sin tratar, la diversidad de aves se ha mantenido, y aunque las
poblaciones se han reducido en algunos casos dramáticamente, hay
posibilidad de recuperar notablemente los números poblacionales
con programas de adecuados. Por ejemplo, varias especies han sido reportadas
sólo en los dos últimos años debido al incremento
en el nivel de las aguas de las ciénagas. Más aún
esta región ha sido declarada un Area de Importancia para la Conservación
de Aves AICA CLAVE C-11.
Las características
de las aguas de las antiguas lagunas (profundidad, turbiedad, pH, solutos
disueltos, entre otros) permitieron que se desarrollara un complejo entramado
de relaciones tróficas, simbióticas y parasitarias. En condiciones
normales de oxigenación y de composición química del
agua, existen, en primera instancia, formaciones microscrópicas
y macroscópicas que constituyen el fitoplanton y zooplancton. Hasta
hoy, especies microscópicas como Spirogyra (una Conjugada) brindan
refugio a larvas y estados tempranos de desarrollo de insectos y oligoquetos.
Cabe destacar que el protozoario Sagittaria deveersa es endémico
de la región lacustre.
Luego, aunque casi
imperceptiblemente debido a la alta contaminación, se presentan
peces endémicos del género Chirostoma (C. riojai) (charal),
Algansea (A. barbata y A. tincella) entre otros nativos , ranas (Hyla eximia
o la “rana criolla”), e insectos acuáticos (Trichoptera, Himenoptera;
géneros Gammarus, Naucoria “chinche de agua”, Dytiscus “habas”;
y coleópetros pequeños (Hidrofilidae, Disticidae)). Daphnia
pulex, un Ostracodermo se encuentra asociado a plantas acuáticas
Myriophllum hippuroides, M. heterophyllum y Ceratophyllum demersum. Hasta
hoy, se presencian reptiles (Sceloporus scalaris, Thamnophis melanogaster
“culebra de agua”) .
Las plantas acuáticas
sumergidas, flotantes y helófitas , están, en ciertas
zonas de las ciénagas, formando gruesas “alfombras”, lo que es perjudicial
para la vida acuática de peces y otros, por los efectos adversos
de la eutroficación.
Las condiciones actuales
de contaminación y desecación de zonas de las ciénagas
para cultivo han puesto en peligro de extinción especies endémicas
tal como el pato tepalcate, el pato azteca (Anas acuta), el tichito, los
ajolotes (Ambystoma lermaensis, A. granulossum, A. mexicanum), charales
(Chirostoma riojai) plantas como la papa del agua (Sagittaria sagittifolia
var. variabilis ) entre otros.
Aspectos hidrológicos
Además de ser
el punto de nacimiento del Río Lerma, (cuya cuenca presenta una
extensión de 52,500 km cuadrados) la región residual lacustre
entre las Sierras de las Cruces y de Monte Alto en el oriente y las faldas
del Volcán de Toluca en el poniente, presenta áreas naturales
de inundación. Salinas (1929), anotó: “El cauce del
río de Lerma es insuficiente para contener toda el agua que
mana en aquel sitio; así es que dicha agua se desborda y se extiende
a uno y otro lado del río, formando ciénagas. Esta región
cenagosa…se extiende de Sur a Norte, desde el pueblo de Texcaliacac hasta
el de Tarasquillo, aproximadamente.” Lo anterior es cierto
menos cuando se hace referencia a “ciénagas”: hasta 1943 los cuerpos
de agua se consideraban lagos y tenían una extensión de aprox.
3 500 ha. cada una, con profundidades mayores a 3 m.. Sólo en las
últimas tres décadas se redujeron a unas 50 ha. - 1000 ha.
cada una debido a las malas políticas que permitieron
la desecación, sobre-explotación y contaminación de
las aguas del Alto Lerma, y el crecimiento de la mancha industrial y urbana,
todo de manera indiscriminada.
Cabe destacar que,
tanto el rio como las ciénagas, existen debido al agua que brota
desde los mantos freáticos que yacen bajo la planicie aluvial, a
través de manatiales, que en 1970, a partir de un estudio de la
SRH, se calculó existían 100 de ellos, sin contar los ‘ojos
de agua’.
Hace diez años
Wilfredo Contreras reportó que, “la sobreexplotación del
agua y la contaminación de la que se usa en la industria, la vivienda
y los servicios, han rebasado desde hace tiempo, la capacidad del acuífero
para atender la demanda actual del agua y evidentemente para resolver las
demandas futuras…La sobreexplotación alcanzó en 1988 los
200 millones de metros cúbicos. No se trata adecuadamente un solo
litro de agua contaminada de origen urbano o industrial…”
Más adelante
el mismo documento se refiere al estado de las ciénagas como en
vías de desaparición y a la vez, se propone que paulatinamente
“el volumen de extracción se reduzca, ajustándolo al punto
en el que se recupere el manto freático y se evite tanto la resequedad
y agrietamiento del suelo en las áreas antiguamente inundadas, como
el agotamiento del acuífero, pues no hay que olvidar que desde que
entró en operación el sistema, en el año de 1953,
se ha mantenido un gasto de alrededor de 9 metros cúbicos, por espacio
de 35 años”
Además, es sabido
que el manto acuífero del Alto Lerma es afectado por la sobre-explotación
de los bosques en el Nevado de Toluca. Es pertinente, por tanto, considerar
que, de ejecutarse el programa de manejo para el Parque Nacional del Nevado
de Toluca en los puntos referentes a recuperación de bosques, se
aseguraría, en parte, la paulatina recuperación de los niveles
estáticos del acuífero.
Finalmente, la Cabecera
del RioLerma es una Region Prioritaria Hidrológica según
la CONABIO (Comisión Nacional para la Biodiversidad).
Antecedentes para la
investigación histórica y cultural
A la región
antigua del Alto Lerma se le denominaba la región del Mexphi, y
desde tiempos remotos se caracteriza como una región de tulares
y lagos, rodeados de montañas y de bosques. En esta región
del Altiplano Central de México se asentó un pueblo destacado
por ser una de las culturas más antiguas del continente, la ñahñu-otomi.
Este pueblo como otros, manifestaba un profundo respeto hacia los elementos
naturales, mediante sus prácticas religiosas. Cada vez que realizaban
alguna actividad daban gracias y rendían culto al agua, a la tierra,
al fuego, al sol, al aire según correspondía la ocasión.
También hacían ritos relacionados con elementos naturales
visibles, invocando las fuerzas sobrenaturales para pedir buenas cosechas,
o abundante caza.
Debido a la rica biodiversidad
en especies acuáticas y terrestres, los ñahñu-otomi
se desarrollaron como civilización, respetando la naturaleza en
forma armónica. Esta cultura al igual que otras desarrollaron prácticas
culturales de recolección, caza, pesca y el uso del tule (Ciperaceae,
Juncaceae y Typhaceae) para elaborar objetos utilitarios, entre otros.
Como fuente de alimento,
se consumían (y se consumen en la medida de lo posible) muchas de
las plantas acuáticas como la jara (Bidens laevis), el berro(Berula
erecta), el mamalacote (Hydrocotyle ranunculoides), la jarilla (Senecio
salignus), la papa del agua (Sagittaria sagittifolia var. variabilis),
así como anfibios como el ajolote (Ambystoma sp.), la rana criolla,
y la rana toro, y aves como el pato cuchara, pato golondrino, pato azteca,
la gallinita, la gallareta, el huilo, la garza, además de peces
como el charal, el pescado blanco, entre otros, como acociles (Cambarellus
montezumae) y juiles.
Durante el Primer Taller
Trinacional (México, Estados Unidos y Canadá): Agua, Desarrollo
y Medio ambiente, realizado en la ciudad de Toluca a mediados de la década
de 1990, se hizo explícito que el “manejo del agua en nuestro país
requiere de un conocimiento amplio del recurso, de su ocurrencia en el
tiempo y en el espacio, de las necesidades de éste como insumo en
las actividades productivas y en el bienestar social, así como de
las soluciones a los problemas que su escasez, exceso y contaminación
general (CIRA, 1994)”.
En este contexto, la
cuenca inicial del río Lerma es representativa de las antiguas áreas
cenagosas del centro del país donde el gran potencial que les confiere
su base lacustre, sus ricos suelos y sus altas concentraciones demográficas
ha significado el despliegue de importantes manifestaciones sociales, desde
las primeras etapas de ocupamiento. Y constituye, también un caso
paradigmático de los efectos que ha tenido el proceso de industrialización
que tiende a acabar con los recursos naturales, provoca la degradación
ambiental y destruye importantes formas socio-culturales de origen indo-colonial.
Situación que, en el caso concreto del valle de Toluca, presenta
tales visos de agudizamiento, que para “el actual gobierno estatal es imprescindible,
y así se hace patente en el Plan Estatal de Desarrollo, el rescate
y la recuperación ecológica de la Cuenca Alta del Río
Lerma (C.I.R.A., 1994)”.
Frente a este panorama,
se pone de manifiesto la necesidad inmediata de rescatar las áreas
lacustres que aún sobreviven y las que están a punto de desaparecer,
así como a estimular el desarrollo o la reintroducción de
la fauna y la flora originales. Rescatar, además, las formas tradicionales
de conocimiento, en general, y productivas en particular --a través
de las cuales un grupo humano utiliza los recursos de su entorno--, y de
los aspectos culturales que definen la identidad particular. Lo anterior,
en tanto constituyen algunos de los renglones básicos para el diseño
de un programa socio-ambiental que evalúe, seleccione e implemente
opciones que permitan parar el deterioro del ambiente y la destrucción
de los recursos, y conduzcan al óptimo aprovechamiento del potencial
del medio para un desarrollo congruente sostenido.
Caracterización
e importancia histórica de la Cuenca Alta del Río Lerma
La sub-cuenca inicial
del río Lerma es un área geográfico-cultural muy interesante,
en la que –hasta antes del sojuzgamiento mexica– se situaron las cabeceras
hegemónicas de los matlatzincas --Teotenanco y Tollocan--, y es
la que actualmente cobija a la capital mexiquense. Esta zona se caracteriza
por haber contenido a la ciénaga o laguna de Lerma, que fuera el
principal depósito acuático del Matlatzinco y uno de los
más importantes en el ámbito mexiquense. Cuando arribaron
los españoles conformaba la zona de contacto y de dispersión
del matlatzinca, del otomí y del mazahua (Carrasco, 1950), y constituye,
en sentido estricto, el valle de Toluca, siendo a partir de su conformación
que emanó el criterio geográfico con base en el cual, a la
llegada de los peninsulares, se llamó al Matlatzinco “valle” de
“Tollocan” o Toluca, nombre que se aplicó, desde entonces, a entidades
territoriales cambiantes.
Hasta la desecación
de la ciénaga –o currida entre 1942 y 1970–, esta zona contuvo tres
áreas generales: un vaso lacustre, ubicado hacia los 2,237 msnm,
una franja ribereña que asendía hasta cerca de 2,600 msnm,
y un cortorno montañoso que, en su punto más alto --marcado
por el volcán Nevado de Toluca-- medía 4,578 msnm. El amplio
abanico microambiental de la zona, donde proliferaron ricas variedades
de fauna y flora, constituyó una pródiga base económica,
como medio directo de vida y, a través de una elaboración
secundaria, para el despliegue de múltiples actividades, en distintas
épocas.
Se trata, además,
de un área vecina a la cuenca de México, con la que ha presentado
varios aspectos comunes, así como un interesante paralelismo y una
estrecha relación desde tiempos remotos. La zona mantuvo un lazo
lingüístico con la cuenca de México a través
de la familia de mayor profundidad temporal en Mesoamérica: la otomangue,
con 6,500 años desde su diversificación (Hopkins, 1979).
Y compartió elementos de la tradición cerámica desde
el Formativo Inferior --1250-1000 antes de nuestra era-- (Sugiura, 1980,
1990). Tal vínculo adquirió tintes patéticos en ciertos
episodios históricos, tales como la dramática invasión
mexica en el siglo XV, y la muerte del depósito lacustre en la segunda
mitad del siglo XX, debido a la construcción del acueducto y a causa
del bombeo del agua del alto Lerma hacia el Distrito Federal. Proyecto
que fue realizado con objeto de abastecer del preciado líquido a
la población de la capital del país, cuyo crecimiento comenzó
a acelerarse desde los años de 1940, por la masiva inmigración
provocada por el desarrollo industrial (Unikel, 1974).
Durante la etapa final
de la laguna de Lerma (1900-1970), la zona lacustre ocupó 19 municipios
mexiquenses . La ciénaga de Lerma fue importante desde el pasado
preagrícola hasta el despegue industrial. El nodo teórico
de la producción lacustre no agrícola y su trascendencia
histórica, en el alto Lerma mexiquense, radica en su cualidad básica
como fuente de alimentos de los sectores populares o mayoritarios. Además
de este alcance general, ciertos productos acuáticos tuvieron, también,
una relevancia específica en distintas etapas. Por ejemplo, el tule
se empleó con mayor profusión en tiempos prehispánicos,
en la confección de la vivienda y en la construcción del
propio territorio habitable y cultivable --sobre la laguna--, a partir
de la técnica de “altado” por sobreposición de capas de vegetación
acuática y de lodo del fondo de la ciénaga. La juncácea
también se usó en la confección artesanal y de parte
del atuendo, presentando, además, una amplia gama de usos rituales,
de implicaciones sociales y políticas, así como de significados
ideológicos y en términos de la cosmosivión. Durante
la Colonia, el destino forrajero de la flora extraída del lago propició
el surgimiento de un tipo de ganadería lacustre, impulsando su espectacular
desarrollo. Éste caracterizó al valle de Toluca, al ser la
empresa por excelencia de los sectores hegemónicos locales (abanderados
por el mismo Hernán Cortés y su primo, el Licenciado Juan
Gutiérrez Altamirano), desde el siglo XVI hasta las primeras décadas
del siglo XX. Al respecto, la zona representa un caso típico del
proceso --que ha sido llamado por algunos autores-- de acumulación
originaria de capital, con base en la ganadería, de la que emanaron
múltiples actividades. Por ejemplo, la crianza de toros de lidia
y la Charrería; los rubros de transformación, como la curtiduría,
la jabonería, la cremería y la dulcería láctea;
la elaboración textil lanera, la de la barbacoa y, específicamente,
los derivados del cerdo. En este sentido, la tocinería y la hechura
de jamones están reportadas desde el siglo XVI y, con el paso del
tiempo, la industria gastronómica porcina llegó a estampar
su sello en la cultura local de la zona lacustre. En esta urdimbre se ataron
todos los sectores socioeconómicos de la zona (desde los grandes
encomenderos y las repúblicas de indios, los grupos de origen africano
y asiático y las castas). Su importancia traspasó a otras
regiones, proyectándose en el ámbito virreinal. Lo anterior
tuvo lugar mediante la conducción de productos ganaderos, así
como de los productos resultantes de diversas actividades conexas de los
principales encomederos hacia otras empresas suyas, sobre todo la minería.
Con lo anterior se produjo una compleja circulación de cuantiosas
mercaancías, al igual que de considerable población (en particular
indígena y africana) e importantes zonas se conectaron económica
y culturalmente. Aspectos todos que es necesario seguir estudiando de manera
sistemática. En efecto, conviene mencionar que la importancia económica
que comúnmente se le ha asignado al valle de Toluca a partir de
su agricultura, sobre todo para los tiempos prehispánicos, por su
ganadería durante la Colonia, y con base en su producción
industrial en el siglo XX, no puede ser cabalmente explicda fuera del contexto
lacustre. Éste imprimió un matiz sui generis a los distintos
aspectos económicos y culturales y, de hecho, fue el factor que
caracterizó a toda la secuencia histórica hasta la desaparición
de la ciénaga de Lerma.
Por lo demás,
en la zona lacustre tuvo lugar una de las rutas socioeconómicas
del valle de Toluca --similar a la de otras regiones lacustres aunque distinta
a la de las zonas del Matlatzinco--, a saber, la que finaliza por la industrialización.
Teniendo como telón de fondo la extinción de la ciénaga
y el establecimiento del corredor industrial Lerma-Toluca (emprendido en
la década de 1940), ocurrió el llamado “despegue” industrial,
en los años sesenta. El cambio económico se produjo, por
una parte, por la incorporación de sectores de la población
de algunos municipios al trbajo en el corredor industrial. Por la otra,
también acaeció por la industrialización interna en
otros municipios que tuvo como base una actividad tradicional, como es
el caso de la zapatería en San Mateo Atenco.
Importancia histórica,
económica y cultural
El factor lacustre
en la cuenca del alto Lerma comenzó a estudiarse sistemáticamente
a partir de la producción no agrícola de pesca, caza y recolección
acuáticas, una década después del agostamiento casi
total de la laguna, desde una perspectiva etnográfica moderna,
a diferencia de lo que aconteció en la cuenca vecina de México.
El valle de Toluca integró el sistema hidrológico del Lerma
y fue habitado por la familia lingüística de mayor profundidad
temporal en Mesoamérica: el proto-otomangue, con 6,500 años
desde su diversificación. Conformó, además la zona
central del Matlatzinco, no sólo por haber ocupado la parte media
de esta región. También desde un punto de vista político-administrativo,
puesto que en la zona lacustre encontramos las cabeceras hegemónicas
de los matlatzincas: Teotenango y Tollocan. Y en cuanto a un criterio lingüístico,
porque a la llegada de los españoles conformaba la zona de contacto
y dispersión de las lenguas otomianas, excepto el ocuilteco (Carrasco,
1950), a saber otomía, mazahua y matlatzinca. En el alto Lerma,
el recurso lacustre representó en todos los tiempos una fuente alimenticia
inagotable que poasibilitó la estructuración de un modo de
vida de origen pre-agrícola basado en la caza, pesca y recolección
de fauna y flora acuáticas. Teóricamente, ese modo de vida
también pudo haber permitido la emergencia de la agricultura, después
de la cual mantuvo su importancia al lado de los rubros económicos
que eventualmente cobraron relevancia.
La variada gama de
productos obtenidos del vaso lacustre, aunada a los que provenían
de los otros pisos del cinturón montañoso que rodeaba a la
ciénaga, propició una antigua ocupación humana, altas
concentraciones demográficas (Giménez, 1985: 246) y una temprana
convergencia de grupos que caracterizó la historia de la zona, la
que, como lo ha indicado Soustelle (1937:15) “siempre ha sido una encrucijada
de pueblos”.
El uso diversificado
del territorio dio pie a un complejo económico cuyo potencial fue
incrementando por diferentes prácticas agrícolas. En este
sentido, las restricciones climáticas, que en general replegaron
la actividad agrícola a un solo ciclo, en tierra firme, se sortearon
en los suelos artificiales, de las chinampas, donde fue posible cultivar,
ininterrumpidamente, especies alimenticias, medicinales o de ornato.
Por su parte, el aprovechamiento
del zacate de la ciénaga, que integró un excelente forraje,
dio paso a una variante ganadera, a la cual cabe nombrar lacustre (Albores,
1995: 142-145), no sólo por el uso de pastura acuática, sino
también por el forrajeo directo del ganado mayor sobre las “planchas”
de yerbas flotantes de la laguna. El uso intensivo de este tipo de pastura
y el del maíz, que se destinó ampliamente para alimentar
al ganado porcino, constituyó el motor del explosivo desarrollo
ganadero. En este contexo, al término de la conquista de Matlatzinco,
si bien Cortés lo “miró con atención, sobre todo como
sitios de ganado (Zabala, 1988), fue en la zona lacustre donde fundó
su primera estancia ganadera y la primera “según se dice” de la
Nueva España (Gerhard, 1972: 176 –177, García, 1969: 140).
Hernán Cortés pusó en San Mateo Atenco ganado porcino
(Menegus, 1990:7), y luego ovino y ganado mayor (Martínez, 1990:
420, Albores, 1993b, 1995:153-154), de donde irradió a todo el Matlatzinco.
La actividad ganadera representó en la zona lacustre, desde el siglo
XVI hasta las primeras décadas del siglo XX, la empresa por excelencia
de los sectores hegemónicos (Albores, 1990). En sus inicios, éstos
tuvieron a la cabeza a Hernán Cortés y a su primo, Juan Gutiérrez
Altamirano, fundadores respectivos del marquesado del Valle de Oaxaca y
del eventual condado de Santiago Calimaya. Por medio de la ganadería
la producción lacustre tuvo un papel relevante, aunque indirecto,
en el surgimiento de los principales giros “industriales” durante la Colonia
(Albores, 1993b). Actividades que desembocaron en una tupida trama que
abarcó a todos los sectoores sociales, traspasando el marco regional
(Albores, 1993, 1995). Respecto al ganado porcino, las noticias de las
últimas décadas del siglo XVI mencionan dos ramos, el alimenticio
y el de la jabonería, en los que la villa de Toluca había
alcanzado fama. El ganado lanar trascendió hasta nuestros tiempos
por medio de la industria textil y la gastronomía. La primera alcanzó
un gran desarrollo, abarcando la fabricación de telas y lienzos,
la de sarapes, frazadas, y sayales, la del tejido de rebozos, y la del
anundado de sus puntas, y se relacionó con el bordado y el deshilado.
El aprovechamiento gastronómico del ganado lanar plasmó en
la barbacoa. La ganadería mayor expresó su principal relación
con la minería, a través del curtido de cueros.
Si bien la empresa
ganadera tuvo un desarrollo espectacular y, habiendo sido el eje básico
de la acumulación de capital en la zona, no constituyó el
soporte del despegue capitalista local. Éste se llevó a cabo
por el establecimiento del corredor industrial Lerma- Tolluca, como parte
del proceso en el que estuvo implicado el agotamiento de la laguna de Lerma,
entre 1942 y 1970, por la captación del agua de los principales
manantiales y napas acuíferas que la nutrían para enviarla
al Distrito Federal. El líquido habría de abastecer a la
población de la capital del país, cuyo incremento, a causa
de la industrialización del centro de la república, se aceleró
a partir de la década de 1940 (Unikel, 1974).
La industrialización
de la zona ha significado el exterminio, casi total, de las principales
formas de origen prehispánico, como el modo de vida lacustre, que
habían sobrevivido al choque con los europeos en el siglo XVI, así
como el desplazamiento de su status económico principal, de algunas
unidades provenientes de la Colonia, como la hacienda ganadera. No obstante
lo anterior, la ganadería posibilitó el cambio económico
en algunos municipios, a partir de su industrialización interna.
Así, a raíz
de la introducción del ganado de cerda, que hiciera inicialmente
Cortés a su estancia de Atenco, la rápida expansión
de su crianza permitió, ya durante el siglo XVI, una alta producción
salchichonera. Ésta se mantuvo hasta la actualidad y trascendió,
aún, en el contexto del cambio económico por la industrialización,
como uno de los rubros de la antigua Villa de Toluca. La tradicional ganadería
porcina tuvo también una continuidad mediante el explosivo desarrollo
de la “industria” del chicharrón en Mexicaltzingo, uno de los 19
municipios de la zona. La producción textil, en cuya base se encuentra
la crianza de ganado lanar, fue el punto de partida que condujo a la evantual
maquila y posterior establecimiento de talleres y fábricas de ropa.
La industria del vestido, habiéndose iniciado en el municipio de
Almoloya del Río (Albores, 1978, Arzate, 1991) ha venido ampliando
su radio a varios pueblos de la zona lacustre. Por último, la ganadería
mayor, que esde los primeros tiempos coloniales dio vida al trabajo de
curtiduría y al expendio de cueros y de pieles hizo posible
el nacimiento de la industria en San Mateo Atenco a través de la
sustitución de la manufactura individual, y del taller artesanal
de calzado por la fábrica zapatera.
El cambio económico
local, por el que las principales actividades tradicionales (producción
lacustre y ganadería) han sido eclipsadas o han pasado a ocupar
un lugar secundario, implicó, en términos socioeconómicos,
el cierre de la forma de subsistencia de un sector importante de la zona,
y de una rica y variada fuente alimenticia al alcance de la población
total de la misma. Otras repercusiones sociales incluyeron la desparición
del matlatxinca (Albores, 1985). De manera similar, el atuendo de origen
indocolonial, y los otros idiomas, el náhuatl y el otomí,
ya no digamos el mazahua, han sido casi totalmente desplazados.
Prospectiva
Una de las consecuencias
de la industrialización del centro de México ha sido la desecación
casi total de la laguna de Lerma. Este acontecimiento y la instalación
del corredor fabril Lerma-Toluca repercutieron globalmente en la zona central
del antiguo Matlatzinco, provocando el cambio económico, socioeconómico
y cultural. De continuar esta tendencia de la industrialización
se corre el riesgo de un agravamiento de la situación ambiental,
de las condiciones de los recursos naturales y del medio habitable. De
manera similar, un mayor empobrecimiento o pérdida de las formas
socioeconómicas de origen indocolonial y de la invaluable tradición,
con base en la cual puede aún reorientarse el desarrollo industrial
y evitar el agudizamiento de su actual secuela destructiva.
Las repercusiones del
desarrollo industrial --algunas de las cuales aun cuando se mencionan con
frecuencia, no han sido cabalmente analizadas, como los desequilibrios
ecológico, demográfico y dietético--, plantean la
interrogante sobre el mejoramiento o deterioro del bienerstar de los distintos
sectores socioeconomicos locales. Para comprender la situación actual
se requiere el conocimiento previo de los procesos generales de la zona
en su conjunto, y de cada uno de sus municipios y aun pueblos o sus divisiones
internas. Esto podría darnos una base lo suficientemente sólida
para emprender acciones orientadas a detener la pérdida del
último reducto del antiguo ambiente lacustre y de la cultura correlativa.
Así mismo con objeto de frenar el rápido deterioro que ha
venido observándose con honda preocupación y cuyo agudizamiento
puede ocasionar perjuicios no previstos. Otra intención es que puedan
servir de plataforma para un adecuado desarrollo sostenido, en el que los
avances tecnológicos integren el rico conocimiento milenario.
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