Capítulo 4
Las sequías y los nuevos desiertos
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Los procesos de aridificación

La aridificación es un proceso complejo que incluye aspectos climatológicos, geológicos, geomorfológicos, pedológicos y ecológicos.

En general puede definirse como una evolución del paisaje hacia situaciones episódicas, periódicas o permanentes de carencia de agua.

Los principales factores que, juntos o por separado, pueden provocar la aridificación son la disminución de las precipitaciones y de la humedad atmosférica, el aumento de la temperatura, la disminución o desaparición de la cobertura vegetal y la erosión o salinización del suelo. 

Las aridificaciones geológicas han sido procesos comunes en la historia del planeta. A menudo se produjeron debido a un cambio de la circulación atmosférica, relacionado con modificaciones en las configuraciones continentales, masas oceánicas, cadenas montañosas y características costeras. 

Según señala Erhart (1968) los procesos de aridificación o rhexistásicos se manifiestan en la acumulación de formaciones detríticas, como las molasas, las areniscas y ciertos flysch.  Los episodios biostáticos (o de climas húmedos) se expresan a través de la formación de calizas y dololitas.

La aridificación puede también ocurrir como resultado de la lixiviación casi total de nutrientes en los suelos luego de un extenso período de estabilidad biostática. El emprobrecimiento del suelo que ocurre como consecuencia del lavado contínuo por largos períodos de tiempo puede provocar la desaparición de la vegetación y el desencadenamiento de episodios de aridificación generalizada.

En tiempos más recientes, los procesos de aridificación se encuentran relacionados con la acción humana, en particular la deforestación con fines agrícolas o de obtención de madera.

Una de las causas de la decadencia del Imperio Romano fue probablemente la deforestación generalizada de los bosques mediterráneos para hacer lugar a la agricultura. Se desencadenaron procesos de erosión generalizada, disminuyó la infiltración y la evaporación, se secaron los manantiales, y aumentó el escurrimiento.

Probablemente un proceso similar se dio en la región maya de Yucatán dando lugar a la desaparición de varias sociedades agro-urbanas. 

En la actualidad, la expansión agrícola y la deforestación con fines de explotación maderera está generando fenómenos de aridificación en muchas regiones tropicales del mundo (sudeste asiático, América Central, zonas tropicales de América del Sur, etc).

Las sabanas y estepas africanas están sufriendo procesos parecidos debido al sobrepastoreo y corte de árboles y arbustos.

Estas tendencias globales hacia la aridificación experimentan procesos de retroalimentación constantemente. 

Cuando desaparece la vegetación, disminuye la infiltración y la evaporación local. El agua de la lluvia retorna rápidamente a los valles fluviales y a los océanos. Las lluvias de los interiores de los continentes, alimentadas por la evapotranspiración vegetal, disminuyen. Solamente llegan los sistemas meteorológicos oceánicos, que se caracterizan por ser estacionales y poderosos. 

En resumen, las lluvias intensas continúan produciéndose pero las lluvias suaves disminuyen. 

Los aguaceros intensos en paisajes desprovistos de vegetación desencadenan fuertes escurrimientos, con consecuencias catastróficas en los cauces fluviales. 

Apenas termina la lluvia los caudales de los ríos disminuyen dando lugar a estiajes pronunciados.

Además de cambiar el régimen hídrico, la aridificación genera procesos erosivos a nivel de los suelos. Enormes cantidades de sedimentos son removidos y transportados aguas abajo, depositándose en las llanuras aluviales, en los lagos y en las zonas oceánicas contiguas a las desembocaduras de los ríos. En los embalses artificiales la aridificación de las cuencas altas puede dar lugar a su colmatación rápida disminuyendo su capacidad de almacenamiento y vida útil.

En muchos casos, la aridificación es un fenómeno irreversible. Una vez que la vegetación desaparece y los suelos son erosionados, se produce un cambio microclimático e incluso climático regional que ya no puede retrotraerse a la situación original.

Por ello es tan importante asegurar que las actividades humanas, incluyendo las económicas, sean cuidadosas en proteger los ecosistemas naturales y los suelos, pues ellos representan un capital natural que es muy difícil reconstruir satisfactoriamente.
 

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