Capítulo 13
Las aguas residuales: 
saneamiento y reuso
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Una catástrofe nada natural

Cuando en la tarde del 1° de junio del 2000 se encendieron los televisores en México para escuchar las noticias, la gente se enteró que había ocurrido un accidente en los complejos y vulnerables sistemas de drenaje de aguas residuales del Valle de México. 

Como resultado de las lluvias acaecidas en la noche del 31 de mayo, que por otra parte no fueron muy fuertes, uno de los principales canales de aguas negras, se había desbordado sumergiendo bajo las mismas cloacales a más de 1000 viviendas. Se trataba del caudaloso canal colector denominado La Compañía que atraviesa el suburbio de Chalco al sureste de la capital.

A las nueve de la noche se produjo el accidente y a la 1 de la mañana ya habían varios miles de personas con sus animales domésticos y enseres más valiosos encaramadas a los techos de sus viviendas. Todo esto ocurría  en la oscuridad de la noche, intensificada aún más por los cielos nublados y el apagón general provocado por los cortocircuitos.  La mayor parte del área afectada estaba inundada por dos metros de un líquido espeso y repulsivo. 

No fue fácil rescatar a la gente. En primer lugar porque eran muchos y no había con qué. En segundo lugar, porque un número considerable se negaba a moverse por temor a que les robaran sus escasas pertenencias. 

Pasaron varios días y los intentos de reparar el canal se vieron frustrados repetidas veces. Al fin, cuando esto se logró, comenzaron a actuar unas 300 bombas que en forma contínua se dieron a la tarea de succionar las aguas que inundaban las zonas afectadas.

A los diez días del insuceso, y luego de un largo desfile de reporteros y políticos que se animaron a empaparse los pantalones en las aguas fétidas, la situación comenzó a volver a la “normalidad”.

Chalco es hoy un arrabal pobre de la ciudad de México. Allí habitan varios cientos de miles de personas que se acomodaron como pudieron en lo que quedó del viejo lago de Chalco, que fuera desecado durante los últimos dos siglos. Originalmente el fondo lacustre, drenado, fue asignado a los ejidos agrarios vecinos que los utilizaron para plantar sus milpas de maíz. A fines de la década de 1970, más de 2,000 hectáreas de tierras ejidales comenzaron a venderse en forma ilegal entre los cientos de miles de migrantes  que anualmente llegaban a la capital. Muchos de ellos compraron, con la promesa de que todos los servicios habrían de llegar muy pronto. Luego construyeron sus casas con materiales precarios, y de a poco, se fue produciendo la “urbanización” del lugar. Algunas personas y empresas inmobiliarias hicieron un gran negocio, generalmente con la complicidad de las autoridades. Rápidamente el área se fue transformando en una enorme “colonia” pobre.  Los servicios eran escasos, no había agua potable, ni electricidad, las inundaciones por falta de drenaje eran rutinarias.

Más tarde, a principios de la década de 1990, se inauguró con bombos y platillos un costoso proyecto para los pobres de Chalco: el Programa “Solidaridad” que oficializó el proceso de urbanización. 

El antiguo lago desapareció completamente. Se había transformado ahora en un barrio urbanizado y densamente poblado, habitado por una numerosa población proveniente de los sectores sociales más desfavorecidos de la metrópolis mexicana.

Esta ocupación de los viejos espacios lacustres no ocurrió solamente en Chalco. Algo similar tuvo lugar en el enorme Lago de Texcoco. Este también había sido drenado en los siglos XVIII y XIX dejando una enorme llanura barrosa de suelos alcalinos tóxicos donde no crece la vegetación y que sólo sirve para extraer sodas con fines industriales. Cuando sopla el viento del norte, se levantan polvorientas “tolvaneras” que cubren el cielo de la ciudad de México y aumentan aún más la elevada contaminación atmosférica de la urbe.

En la porción sur del lago de Texcoco ocurrió un fenómeno análogo al de la Colonia Solidaridad, en el fondo lacustre desecado se establecieron fraccionamientos destinados a la habitación de las clases populares.  Al cabo del tiempo se formó uno de los suburbios pobres más grandes de América Latina: Ciudad Nezahualcoyotl.  Como Chalco,  Ciudad Nezahualcoyotl es el sitio de tránsito de caudalosos canales de aguas negras que transportan los residuos líquidos de la megaurbe fuera  del Valle.

La propia Ciudad de México, se originó a partir de un proceso parecido. Muchos de los barrios centrales de la ciudad están ubicados en lo que fue un antiguo lago: el Lago de México. Allí, hace ocho o nueve siglos los pueblos nahuas denominados mexicas o aztecas se establecieron en una isla constituida por bajos fondos de pajonales o tulares y  lograron crear un sistema social y de producción imaginativo.  Basándose en cultivos plantados sobre capas flotantes de vegetales, llamadas chinampas, y en la pesca de los numerosos peces, ranas y crustáceos que abundaban en el lago, lograron sobrevivir, construyendo al cabo del tiempo una plataforma de tierra seca más o menos estable. Fue allí que se fue consolidando la ciudad de México-Tenochtitlán, y fue también a partir de ella que estos pueblos mexicanos- tenochtas lograron conquistar a sus vecinos, estableciendo uno de los estados más poderosos del continente. Lo que los historiadores acostumbran llamar “el imperio azteca”. 

Para los españoles invasores México-Tenochtitlán era una ciudad portentosa. Hermosas construcciones, plazas y monumentos, rodeados por agua, en el medio de un valle de volcanes. Había viaductos flotantes que permitían el acceso hasta la isla y acueductos que conducían el agua dulce a la ciudad.

Cientos de embarcaciones transportaban todo tipo de productos desde los diferentes puertos que rodeaban la hermosa región lacustre hasta la próspera ciudad sede del estado mexica.

Uno de estos puertos era Chalco. Desde el punto de vista ecológico, los chalcotecas eran afortunados. A diferencia de los aztecas cuyo lago poseía aguas salobres, el lago de Chalco contenía agua dulce, muy sana y sabrosa, y por tanto tenían mejor pesca y los cultivos eran más abundantes.  Las embarcaciones que provenían de Chalco llevaban sus productos a todas las ciudades de las orillas lacustres, Xochimilco, México, Texcoco, e incluso Zumpango, muy lejos, en el norte de la llanura.

El hermoso valle de Chalco fue descripto hace más de cinco siglos por un poeta nahua de forma muy ilustrativa.
En las juncias de Chalco, donde es la morada del Dios,
El verde luciente tordo gorjea, el tordo de rojo sonrosado
Sobre las ruinas de piedras preciosas
Cantando gorjea el ave quetzal…
Allí se yergue nuestro padre, el Sol
En urna de jade, bellamente ataviado se hunde,
Cual ceñido de collares de turquesas
Mientras llueven flores entre matices. 

El panorama de comienzos del siglo XXI es muy diferente. Ya no hay quetzales, ni llueven flores. Los chalcotecas de antaño ya no están más. El pintoresco lago se ha transformado en un pantano de aguas negras que se niegan a escurrir. 

De Xochimilco sólo quedan unas pequeños estanques que son apenas un remedo de la laguna de otrora. El gran lago de Texcoco es a la vez un recuerdo nostálgico y un problema ambiental difícil de resolver. El fondo desecado del lago de México está cubierto de pavimentos y construcciones. La antigua isla de México-Tenochtitlán, donde se asentaban los templos y altares mexicas, se encuentra enterrada bajo una capa de iglesias y edificios monumentales. 

Veinte millones de personas se aglomeran en lo que fuera una comarca próspera y armónica. 

Cada segundo se extraen del acuífero de México más de 40,000 litros de agua, claramente por encima de las posibilidades de renovación. El resto se importa de los valles vecinos. Del Valle del Alto Lerma llegan 5,000 litros por segundo, del lejano río Cutzamala, unos 12,000 litros más.

Las aguas residuales son vertidas con escaso o nulo tratamiento a los sistemas “naturales”.  Grandes volúmenes se utilizan para regar los cultivos del Valle del Mezquital con los consiguientes riesgos sanitarios.  El resto de los líquidos cloacales se va al Golfo de México luego de atravesar extensas zonas de los Estados de Hidalgo y Veracruz.

Será difícil corregir esta situación de degradación creciente, pero tarde o temprano no habrá más remedio que revertir los procesos de concentración económica  y expansión urbana y demográfica. 
 

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