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Aspectos
sociales de los sistemas de abastecimiento hídrico
Normalmente la escasez
de agua y la pobreza están íntimamente relacionadas. Cuando
la naturaleza no ofrece fácil acceso al agua, las comunidades no
prosperan y su desarrollo se ve limitado. Por el contrario, cuando las
sociedades tienen acceso al agua en forma abundante y segura, tienen la
posibilidad de gastar sus recursos financieros y energía para satisfacer
otras necesidades. En la mayor parte del mundo el acceso al agua no es
un problema resuelto, para mucha gente, la obtención del agua requiere
esfuerzos o gastos ingentes que afectan seriamente su calidad de vida en
todos los órdenes. Ello sucede, en gran medida, porque las compañías
administradoras de aguas del continente raramente dan prioridad a los pobres
en sus estrategias de gestión.
Las colonias pobres,
"favelas" o "villas miseria" suelen estar localizados en áreas marginales,
frecuentemente en zonas que presentan problemas técnicos para el
tendido de las redes. En muchos casos (como en Lima o en Rio de Janeiro)
estos barrios se encuentran en zonas elevadas, de gran pendiente, a una
altura superior que la de los tanques de almacenamiento o embalses. El
agua debe ser bombeada hacia arriba para acceder a dichos sitios, con lo
que se generan costos adicionales. Otro sitio donde normalmente se ubican
los sectores sociales mas pobres de las ciudades son las llanuras inundables.
En ellas la instalación de sistemas de drenaje y cañerías
también resulta difícil y cara. Sin embargo, la falta de
servicios en las zonas más pobres no se debe a meros problemas técnicos.
Hay, en muchos casos, una política deliberada que desvía
sistemáticamente los escasos recursos para inversiones de las compañías
de agua hacia los barrios residenciales más pudientes y con más
influencia a nivel político. Como consecuencia de lo anterior, hay
hoy más de centenares de millones de habitantes de ciudades, normalmente
residentes de las áreas urbanas más pobres, que carecen del
vital elemento.
A su vez, es interesante
comprobar que incluso los problemas vinculados con la escasez de agua en
los barrios más acomodados de las ciudades pueden también
afectar indirectamente a los pobres urbanos. Tal es el caso de Santa Marta
en Colombia, y Recife en Brasil, donde los cortes de agua en los hoteles
han afectado la industria turística. Miles de personas que dependen
del turismo para su sustento -entre ellos muchos trabajadores pertenecientes
a los sectores más pobres de la población- se ven seriamente
afectadas por dicha situación en sus ingresos y empleos.
Ya sea que por la falta
de servicio o de conexiones o por la pérdida de presión de
las redes, cuando el agua falta, quienes primero sufren estos efectos son
los pobres urbanos. Las condiciones inadecuadas de higiene, muy a menudo
relacionada con hábitos inapropiados, acentúa los problemas
de las personas que habitan los zonas urbanas pobres. Además de
la escasez, se agrega una utilización poco eficiente dando lugar
a que los habitantes de las barriadas pobres se encuentren indefensos frente
a muchas enfermedades infecciosas de transmisión hídrica.
Ello da lugar a una sobrecarga a los sistemas de salud públicos,
que a menudo están desfinanciados y sobreextendidos, y además
deben hacer frente a una demanda mucho mayor en los barrios más
carenciados.
La epidemia de cólera,
que se inició en Perú a principios de la década de
1990, y se extendió luego a la mayoría de los países
de America Latina encontró un terreno abonado para su avance en
las zonas urbanas pobrres del continente. En los primeros años de
la epidemia Perú informó de 200.000 casos de cólera
(muchos de los cuales en la ciudad de Lima y alrededores) y varios de los
países vecinos vivieron una situación similar. El cólera
se extendió en la región amazónica, y aparecieron
brotes tanto en el norte del continente (México) como en el sur
(Argentina).
La posibilidad de combatir
exitosamente una enfermedad agresiva con las características del
cólera, así como otras originadas en el agua, como por ejemplo,
la amebiasis, el tifus y la hepatitis A, está estrechamente relacionada
con la situación de los sistemas hídricos y de saneamiento
en las ciudades.
El agua no constituye
solamente una defensa contra las enfermedades, sino que es también
un elemento básico para la calidad de vida. En las comunidades que
no están servidas por sistemas municipales, deben realizarse ingentes
esfuerzos para llevar agua a los hogares. Para muchas familias, en particular
para mujeres y niños, víctimas privilegiadas de esta situación,
puede ser necesario cargar grandes recipientes con agua desde las canillas
públicas, los camiones cisterna, pozos o cursos de agua, caminando
los recorridos varias veces por día. En muchos casos hay que esperar
turno haciendo colas y utilizar combustibles caros y difíciles de
obtener para hervir y potabilizar el agua. Varios miembros de la familia
dedican varias horas del día a esta tarea cotidiana. Los niños
pierden clases en la escuela, mujeres y hombres no pueden cuidar de sus
hijos adecuadamente y los trabajadores muchas veces llegan tarde a sus
obligaciones debido a las dificultades y trabajo necesario para procurarse
el agua. Disponer de agua potable a domicilio representa un significativo
avance hacia una vida mejor.
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