Complejidad
del manejo del agua urbana
Desde el momento en
que las precipitaciones tocan el suelo, comienzan a operar varios factores
que afectan su uso futuro como fuente de agua para el consumo humano. Si
no existe intervención humana, el agua puede infiltrarse infiltra,
escurrir sobre la superficie o evaporarse, de acuerdo con las características
del medio natural. En los bosques la mayor parte del agua o bien se infiltra
en el suelo recargando los acuíferos o bien es absorbida por las
vegetación, que más tarde la devuelven a la atmósfera
mediante la transpiración. En dichos ambientes, el escurrimiento
superficial sobre las laderas es escaso y el agua infiltrada sólo
reaparece en la superficie con un cierto retardo en los cursos de agua
como resultado de la descarga de las napas. En áreas esteparias
o desérticas, donde hay una menor cobertura vegetal capaz de retener
el agua, el escurrimiento predomina. En llanuras inundables de las regiones
áridas los volúmenes de agua que llegan a los acuíferos
puede ser importantes. En dichos ambientes, particularmente en las cuencas
endorreicas la mayor parte del agua se evade del ciclo terrestre a través
de la evaporación. En los pastizales subhúmedos el ciclo
hidrológico presenta un comportamiento intermedio entre la dinámica
árida y la dinámica húmeda.
Cuando la superficie
del suelo es alterada por la acción antrópica, la dinámica
hidrológica natural resulta afectada. En los lugares en se sustituyen
los bosques por cultivos, la escorrentía tiende a incrementarse
de manera significativa. Si se desarrolla un bosque en áreas que
previamente tenían sus suelos desnudos se opera el proceso contrario.
La agricultura provoca
importantes efectos sobre el balance hídrico. De acuerdo a las prácticas
agrícolas habituales, los cultivos se instalan previa eliminación
de la vegetación existente, como forma de eliminar la competencia
para los futuros cultivos. Mientras el cultivo no emerja, la tierra se
encuentra desnuda, circunstancia que afectará drásticamente
el destino del agua que caiga sobre el suelo.
Una vez que el cultivo
ha crecido, el comportamiento hidrológico del área cambia
nuevamente. Durante la estación de crecimiento los cultivos pasan
por diversos estadios de desarrollo que determinan diferentes grados de
cobertura del suelo. En la mayoría de los paisajes agrícolas
el balance hidrológico está fuertemente controlado por las
características de las actividades antrópicas relacionadas
con los cultivos.
La urbanización
afecta la dinámica hídrica de manera aún más
drástica. En primer término, una considerable porción
del suelo está cubierta por superficies relativamente impermeables
de varios tipos de materiales y pavimentos. En esos casos, la infiltración
y la evaporación son casi nulas y la mayor parte del agua caída
se pierde como escorrentía. En segundo lugar, parte de la tierra
es excavada, removida o recubierta con materiales de relleno traídos
de otros lugares. Todo ello produce significativos cambios a nivel hidrológico.
Finalmente, las estructuras urbanas que se entierran, apoyan o cubren el
suelo también afectan notoriamente la dinámica del agua.
A veces estas estructuras pueden recoger agua -como sucede con los techos
- o en otros casos, obrstruir su flujo, tanto superficial como subterráneo.
Por otra parte, la
gestión urbana, independientemente de su adecuación, suele
incluir esquemas de gestión hídrica de tipo totalizadores.
El agua de lluvia que llega al pavimento y a los suelos es recolectada
en atarjeas, canales y cañerías y sacada fuera de la ciudad
por medio de una red de conducción para evitar derrames e inundaciones.
Las ciudades también
tienen que "importar" agua para satisfacer las necesidades de sus respectivas
poblaciones. El agua es traída desde cauces, lagos o pozos cercanos,
luego se la trata, almacena y conduce a las zonas de consumo para ser utilizada
con varios fines y finalmente eliminada como aguas servidas. Dicha eliminación
se realiza por medio de otros sistemas de conducción. En casi todos
los casos el agua es devuelta, con o sin tratamiento, al sistema hidrológico
"natural" en un estado muy diferente a aquél en que originalmente
fue extraída.
Tales procesos implican
cambios ambientales radicales en las zonas urbanas. Los ríos son
canalizados o entubados, sus volúmenes y regímenes de flujo
son sustancialemente modificados, y sus aguas son cargadas con sustancias
producidas artificialmente y naturales "relocalizadas". También
se modifican los niveles de agua subterránea y flujo subterráneo.
En algunas ciudades estos niveles tienden a descender debido a sobrebombeo
o descargas inducidas, en otras pueden subir debido al aumento de la infiltración
(por riego o pérdidas de los sistemas) u obstrucciones al flujo
(subterráneo o superficial).
Estos cambios en el
sistema hídrico natural pueden darse: en el sitio de extracción
(por ejemplo: disminución del volumen del río o descenso
del nivel de agua por acción de los pozos); durante su conducción
y almacenamiento (por ejemplo: pérdidas desde los caños,
tanques, canales cloacas y alcantarillas); o en la parte de disposición
final del sistema (descargas de cloacas y alcantarillado). Estos procesos
se encuentran estrechamente interconectados. Los sistemas naturales y antrópicos
deben ser considerados como una sóla unidad.
Los bosques controlan
el flujo de agua que desciende de las cabeceras a los embalses que proveen
el agua a plantas de tratamiento, hogares, industrias y zonas de regadío.
La destrucción de los bosques modifica los balances de los embalses
y cambios de los regímenes hídricos aguas abajo, particularmente
en los casos en que se desvían volúmenes significativos a
otras cuencas. Si se bombea agua de un acuífero, se modifican
los volúmenes de carga y descarga desde y hacia los cauces con los
que dichos acuíferos tengan conexión hidráulica. Asimismo,
si se utiliza el agua superficial en un punto dado, el agua subterránea
conectada con ella también sufrirá modificaciones. La eliminación
de la vegetación en las cuencas altas suele afectar tanto el agua
superficial como subterránea de las zonas más bajas de las
mismas cuencas.
Todos los elementos
del sistema hidrológico se encuentran íntimamente relacionados,
de manera que los efectos de cualquier tipo de acción pueden resultar
mucho más complejos de lo que aparentan a primera vista. Por lo
tanto es importante definir de antemano quién tiene el derecho y
la autoridad para hacer modificaciones que produzcan cambios capaces de
afectar a otras personas que habitan la misma región hidrológica.
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