Capítulo 12
El agua y las ciudades
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Complejidad del manejo del agua urbana

Desde el momento en que las precipitaciones tocan el suelo, comienzan a operar varios factores que afectan su uso futuro como fuente de agua para el consumo humano. Si no existe intervención humana, el agua puede infiltrarse infiltra, escurrir sobre la superficie o evaporarse, de acuerdo con las características del medio natural. En los bosques la mayor parte del agua o bien se infiltra en el suelo recargando los acuíferos o bien es absorbida por las vegetación, que más tarde la devuelven a la atmósfera mediante la transpiración. En dichos ambientes, el escurrimiento superficial sobre las laderas es escaso y el agua infiltrada sólo reaparece en la superficie con un cierto retardo en los cursos de agua como resultado de la descarga de las napas. En áreas esteparias o desérticas, donde hay una menor cobertura vegetal capaz de retener el agua, el escurrimiento predomina. En llanuras inundables de las regiones áridas los volúmenes de agua que llegan a los acuíferos puede ser importantes. En dichos ambientes, particularmente en las cuencas endorreicas la mayor parte del agua se evade del ciclo terrestre a través de la evaporación. En los pastizales subhúmedos el ciclo hidrológico presenta un comportamiento intermedio entre la dinámica árida y la dinámica húmeda.

Cuando la superficie del suelo es alterada por la acción antrópica, la dinámica hidrológica natural resulta afectada. En los lugares en se sustituyen los bosques por cultivos, la escorrentía tiende a incrementarse de manera significativa. Si se desarrolla un bosque en áreas que previamente tenían sus suelos desnudos se opera el proceso contrario. 

La agricultura provoca importantes efectos sobre el balance hídrico. De acuerdo a las prácticas agrícolas habituales, los cultivos se instalan previa eliminación de la vegetación existente, como forma de eliminar la competencia para los futuros cultivos. Mientras el cultivo no emerja, la tierra se encuentra desnuda, circunstancia que afectará drásticamente el destino del agua que caiga sobre el suelo.

Una vez que el cultivo ha crecido, el comportamiento hidrológico del área cambia nuevamente. Durante la estación de crecimiento los cultivos pasan por diversos estadios de desarrollo que determinan diferentes grados de cobertura del suelo. En la mayoría de los paisajes agrícolas el balance hidrológico está fuertemente controlado por las características de las actividades antrópicas relacionadas con los cultivos.

La urbanización afecta la dinámica hídrica de manera aún más drástica. En primer término, una considerable porción del suelo está cubierta por superficies relativamente impermeables de varios tipos de materiales y pavimentos. En esos casos, la infiltración y la evaporación son casi nulas y la mayor parte del agua caída se pierde como escorrentía. En segundo lugar, parte de la tierra es excavada, removida o recubierta con materiales de relleno traídos de otros lugares. Todo ello produce significativos cambios a nivel hidrológico. Finalmente, las estructuras urbanas que se entierran, apoyan o cubren el suelo también afectan notoriamente la dinámica del agua. A veces estas estructuras pueden recoger agua -como sucede con los techos - o en otros casos, obrstruir su flujo, tanto superficial como subterráneo.

Por otra parte, la gestión urbana, independientemente de su adecuación, suele incluir esquemas de gestión hídrica de tipo totalizadores. El agua de lluvia que llega al pavimento y a los suelos es recolectada en atarjeas, canales y cañerías y sacada fuera de la ciudad por medio de una red de conducción para evitar derrames e inundaciones.

Las ciudades también tienen que "importar" agua para satisfacer las necesidades de sus respectivas poblaciones. El agua es traída desde cauces, lagos o pozos cercanos, luego se la trata, almacena y conduce a las zonas de consumo para ser utilizada con varios fines y finalmente eliminada como aguas servidas. Dicha eliminación se realiza por medio de otros sistemas de conducción. En casi todos los casos el agua es devuelta, con o sin tratamiento, al sistema hidrológico "natural" en un estado muy diferente a aquél en que originalmente fue extraída.

Tales procesos implican cambios ambientales radicales en las zonas urbanas. Los ríos son canalizados o entubados, sus volúmenes y regímenes de flujo son sustancialemente modificados, y sus aguas son cargadas con sustancias producidas artificialmente y naturales "relocalizadas". También se modifican los niveles de agua subterránea y flujo subterráneo. En algunas ciudades estos niveles tienden a descender debido a sobrebombeo o descargas inducidas, en otras pueden subir debido al aumento de la infiltración (por riego o pérdidas de los sistemas) u obstrucciones al flujo (subterráneo o superficial).

Estos cambios en el sistema hídrico natural pueden darse: en el sitio de extracción (por ejemplo: disminución del volumen del río o descenso del nivel de agua por acción de los pozos); durante su conducción y almacenamiento (por ejemplo: pérdidas desde los caños, tanques, canales cloacas y alcantarillas); o en la parte de disposición final del sistema (descargas de cloacas y alcantarillado). Estos procesos se encuentran estrechamente interconectados. Los sistemas naturales y antrópicos deben ser considerados como una sóla unidad.

Los bosques controlan el flujo de agua que desciende de las cabeceras a los embalses que proveen el agua a plantas de tratamiento, hogares, industrias y zonas de regadío. La destrucción de los bosques modifica los balances de los embalses y cambios de los regímenes hídricos aguas abajo, particularmente en los casos en que se desvían volúmenes significativos a otras cuencas.  Si se bombea agua de un acuífero, se modifican los volúmenes de carga y descarga desde y hacia los cauces con los que dichos acuíferos tengan conexión hidráulica. Asimismo, si se utiliza el agua superficial en un punto dado, el agua subterránea conectada con ella también sufrirá modificaciones. La eliminación de la vegetación en las cuencas altas suele afectar tanto el agua superficial como subterránea de las zonas más bajas de las mismas cuencas.

Todos los elementos del sistema hidrológico se encuentran íntimamente relacionados, de manera que los efectos de cualquier tipo de acción pueden resultar mucho más complejos de lo que aparentan a primera vista. Por lo tanto es importante definir de antemano quién tiene el derecho y la autoridad para hacer modificaciones que produzcan cambios capaces de afectar a otras personas que habitan la misma región hidrológica.

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