Capítulo 15
El agua y la cultura
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La diversidad de las culturas locales

Las culturas locales son fundamentalmente el resultado de su inserción en el medio natural y social en que están implantadas. En ese sentido, los elementos centrales de cada cultura local se construyen a partir de su relacionamiento con los geosistemas y ecosistemas locales y de sus historias sociales y culturales específicas.  En esto se inscriben en forma inseparable las creencias, de mitologías y formas de ver las fuerzas naturales, como el agua, los fenómenos meteorológicos, la vida,  así como las múltiples ceremonias, ritos y actividades productivas, sociales y religiosas que permiten gradualmente construir ese andamiaje social básico que tiende a asegurar la funcionalidad de las culturas en cada paraje del planeta.

Sin embargo, las culturas locales son también en gran medida el resultado de los impactos sucesivos a nivel local de los diferentes fenómenos de globalización ocurridos en diferentes épocas históricas, desde los efectos de los sucesivos colonialismos (económicos, políticos, culturales) tanto externos como internos o a partir de la instalación local de los diferentes complejos económicos transnacionales. 

Estas influencias operan a través de la acción de una cultura transnacional uniformizante que asume características diferentes en cada época pero que a medida que se desarrollan los procesos de globalización amplía y profundiza su efecto.

De esa forma se van perdiendo elementos, muchos de ellos de carácter apropiado y sostenible para ser sustituidos por otros más acordes con la cultura financiera y capitalista que se va imponiendo gradualmente.

La cultura transnacional y homogeneizante es un sincretismo muy poco equilibrado de aquellas culturas que por una razón u otra tienen acceso a las fuentes de "alimentación" de las grandes empresas informadoras y entretenedoras.

Así, un cierto número de culturas europeas (sobre todo las ganadoras de las grandes guerras) y la gran cultura "mainstream" norteamericana han logrado un peso desproporcionadamente alto en el "pot pourri" de la llamada "cultura dominante". 

Las culturas periféricas y dependientes, alejadas de las "bocas" de entrada a los "acueductos" de la producción cultural internacional son sistemáticamente ignoradas, aunque ocasionalmente algunas ideas, creaciones o costumbres pueden lograr tímidamente incursionar en los confines del reinado de los ejes transculturales de la globalización.

Es en ese marco que se desenvuelve la influencia cultural del fuerzas macro-económicas y uniformizantes. Por un lado, los mensajes constantes en los medios de comunicación acerca de gentes con creencias, costumbres, ideologías y comportamientos diferentes a los locales produciendo modificaciones en las representaciones sociales de las comunidades y por otro lado la llegada de gentes impregnadas con formas de actuar o pensar similares a las mostradas en los medios de telecomunicaciones. 

Como consecuencia de ello, las pequeñas culturas locales son fuertemente influídas por una o dos culturas externas en forma repetida y desequilibrante, pudiendo culminar en una degradación irreversible de aspectos valiosos e irrecuperables.

El resultado es análogo al de tantos otros procesos de globalización: una creciente deformación de las culturas locales que cada vez tratan de parecerse más a las culturas centrales, dejando de lado muchos aspectos importantes para la supervivencia social y la gestión sostenible de los recursos naturales (incluyendo el agua) y una tendencia general a la homogeneización basada en la tecnología y la incorporación a los circuitos financieros.. 

Si partimos de la base que las riquezas principales de una sociedad son los complejos de sus diversidades culturales y naturales (frecuentemente indisolublemente ligadas entre sí), podemos darnos cuenta que estos procesos de influencia cultural no controlada e indiscriminada, asociado con los efectos de los otros medios de globalización pueden transformarse en elementos centrales de empobrecimiento social y natural. El resultado es un aumento de la dependencia de factores tecnológicos difíciles de controlar a nivel local, que finalmente terminan provocando degradaciones imposibles de revertir.

Los ríos se contaminan de vertidos domésticos e industriales, los campos se llenan de basura, los bosques se talan y el definitiva la calidad de vida se deteriora. 

A ello se agregan otros factores que tienden a agravar esa situación. En efecto, la cultura central, tal como es mostrada por los medios de comunicación de masa, no aparece tal cual es en el país de origen. Los elementos que se comunican son seleccionados en forma muy desequilibrada mostrando en muchos casos los elementos estereotipadamente más positivos (por ejemplo, alto estándar de vida, sin mostrar las inversiones requeridas para mantener los sistemas funcionando, por ejemplo, las plantas de tratamiento de aguas residuales o de residuos sólidos, las inversiones en preservación ambiental) o negativos (por ejemplo violencia exagerada). 

Como consecuencia de todo ello la visión de la cultura central que se presenta frente a los pobladores locales aparece muy deformada, agregando elementos perturbadores al proceso. 

Por otra parte, esta influencia globalizadora tiende a promover el menosprecio de las diversidades culturales locales, incluyendo aquellas que permiten la sobrevivencia de las comunidades en su medio, ya sea a través de la imposición de estereotipos que tienden a prestigiar la cultura central o, lo que es equivalente, a desprestigiar la cultura periférica en cuestión. 

La defensa de las culturas locales es posible, si se asegura un marco social de concientización sobre su valor profundo y duradero, así como de sus tecnología apropiadas. Parece claro que para tener el máximo efecto, la prioridad selectiva debe orientarse a identificar las diversidades locales con mayor profundidad y grado de diversidad. Las diversidades locales más profundas son normalmente las propias del lugar, aquellas que están adaptadas a la geografía local, y que no existen en otra parte con esas características.

Es precisamente a nivel tradicional, en muchos lugares del mundo, que sobreviven gran parte de las culturas más ricas, frecuentemente como valiosos remanentes pre-industriales y es a partir de ellas, donde existan, que existe potencial para consolidar la estructura y fortaleza de los patrimonios locales.

Es de hacer notar que lo propio es a menudo el resultado de la mezcla local y popular de múltiples elementos, algunos internos, otros externos, dando resultados originales, ricos de diversidades.  En ese sentido, las "elites" tienden a uniformizarse alrededor de su poder económico y acceso a la tecnología o monopolios intelectuales, y tienden a actuar como factores de alienación y uniformización. Los grupos tradicionales y con menos posibilidades financieras, por el contrario, se encuentran limitados en su expresión a los recursos locales (que pueden variar de lugar a lugar) y menos obligadas por la obediencia a "modas" tienden a asumir formas autónomas y propias, mucho más auténticas, y generalmente más eficientes para las diversas situaciones sociales existentes.

Es en ese sentido y continuando el silogismo, debemos señalar que la diversidad y la vida se gestan en los sectores más populares de la sociedad y que el rol de los sectores oligárquicos tiende consistentemente a promover los procesos de uniformización. 

En resumen, la mayor parte de la riqueza de las diversidades se basa en la diaria afirmación de las culturas por las poblaciones pobres y tradicionales. En la mayor parte de los casos los "establishments" locales tienden a despreciar las diversidades, a sobre-valorar las culturas externas y no suelen constituir los mejores administradores de dichos recursos sociales. 

Por esa razón, una buena estrategia de gestión cultural tiene que incluir la formación de recursos humanos que no adolezcan de los problemas antes mencionados y que estén dispuestos a valorar las creaciones populares, autóctonas y auténticas, sin necesidad de compararlas constantemente con patrones externos (especialmente no compararlas con los patrones de la cultura transnacional,  financista, ultra-tecnológica, uniformizante y agresiva).

Para detener el proceso contínuo de degradación, es necesario, rescatar, recuperar y finalmente recrear aquellas diversidades importantes que hoy se encuentren degradadas, disminuídas o desaparecidas. Para ello se requerirá investigar y revalorizar aquellos elementos del patrimonio de utilización necesaria que se hayan perdido en tiempos pasados.

Una vez que se han identificado los elementos diversos que es necesario rescatar se deberá implementar una estrategia para que esta operación de rescate pueda llevarse a la práctica exitosamente.

Finalmente, y para cualquier estrategia que se formule será indispensable adoptar una actitud creativa que no solo esté dispuesto a conservar "folklóricamente" los elementos culturales sino a desarrollarlos,  aplicarlos, e incluso, a partir de ellos, imaginar nuevas formas que incorporen diversidades apropiadas al acervo.
 
 

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