Capítulo 1
El agua y la vida
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Las bolsas de agua vivientes 
 
  

Los organismos vivos más simples (por ejemplo, las bacterias) y los órganos celulares de los organismos complejos están formados por tres componentes principales contenidos en una pequeña “bolsa de agua” en la cual tienen lugar las funciones vitales.  

El primero de ellos es una larguísima molécula (mil millones de veces más larga que ancha) que contiene todas las instrucciones para la formación, funcionamiento y reproducción del organismo (el ADN).  Estas disposiciones están escritas en un lenguaje de 4 letras que los científicos, para su comodidad, han denominado A, G, C y T.  

Se trata de una molécula constituida en realidad por dos mitades homólogas y complementarias, con la forma de una doble hélice, que solamente se separa en sus dos componentes en el momento de la reproducción. 

El segundo elemento está formado por otras moléculas conocidas como ARN  que son capaces de leer los mensajes, y crear, a partir de ellos, una enorme diversidad de  moléculas orgánicas, generalmente conocidas con el nombre de proteínas. 

Éstas últimas constituyen el tercer elemento de la cadena vital. Tienen una arquitectura básica codificada a través de secuencias específicas de decenas a cientos de componentes más pequeños llamados “aminoácidos”. 

Hay 20 aminoácidos principales con los cuales es posible construir millones de proteínas diferentes adaptadas a las diversas funciones vitales de los organismos. 

Cada proteína puede estar formada por 200 de estos componentes (aminoácidos) y su especificidad está determinada por el ordenamiento espacial de esos veinte componentes básicos. 

En definitiva, el funcionamiento y reproducción de los organismos más simples, y las células de los organismos más complejos, están dirigidas por un complejo de instrucciones contenidas en una molécula con la forma de doble hélice (el ADN), que son leídas y transportadas por una molécula mensajera (el ARN), para su posterior traducción a un código “proteínico” de 20 letras (aminoácidos), a partir del cual se produce la construcción efectiva de las moléculas requeridas. 

Todos estos elementos, compuestos y actividades ocurren en un microambiente acuoso que es mantenido dentro de ciertas condiciones físicas y de composición. 

Para ello el microorganismo o célula lleva a cabo intercambios regulares de materia o energía con el medio que lo rodea. 

Estos sistemas acuáticos semicerrados y autónomos, con condiciones internas controladas se llaman “vida”. 
  
 

En las nubes hay vida 

Existen bacterias que viven y prosperan en las nubes, se reproducen en ellas y son suceptibles de provocar lluvias o modificar el clima, según un estudio austríaco publicado por la revista New Scientist que apareció el 26 de agosto del 2000. 

 "Nos hemos soprendido al descubrir bacterias vivas", declaró Birgitt Sattler, de la Universidad de Innsbruck, al término de una investigación llevada a cabo sobre los Alpes, cerca de Salzsburgo. 

 Aunque se sabía que las bacterias ascienden en ocasiones a gran altura antes de diseminarse sobre la superficie terrestre, "la atmósfera relativamente limpia y fría a gran altura no nos parecía propicia para el  crecimiento bacteriano", precisó. 

 Esto implica, en efecto, que las bacterias son capaces de sobrevivir a temperaturas inferiores a cero, a una radiación ultravioleta intensa, y al enrarecimiento de las sustancias nutritivas. Los investigadores aislaron gotas de agua de las nubes y las congelaron para después fundirlas: cada  milímetro cúbico de agua derretida contenía alrededor de 1.500 bacterias, unas redondas, otras alargadas y algunas filamentosas. Aunque no han sido identificadas, esas bacterias se hallaban "en perfecto estado de salud". 

Sabiendo que las bacterias se multiplican en un período que puede alcanzar varios días, lo que es inferior a la duración de vida media de una nube, se reproducen casi con certeza en el interior de las nubes, que puede ser considerado como un "habitat microbiano", concluye Sattler, cuyos trabajos serán publicados  próximamente en "Geophysical Research Letters". 

 A largo plazo, se trata de estudiar el ADN de las bacterias para saber de dónde proceden: plantas, superficie terrestre o acuática. 

 "En esta fase, todo lo que hemos averiguado es que hay vida allá arriba y que esa vida se reproduce". 

Ref. tomada del diario La República de Uruguay, 24 de agosto del 2001. 
 
 

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